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Un proyecto de STS Rosario

La polémica ciclovía de Pellegrini

Nota publicada como nota de opinión en el Diario La Capital el día 16 de septiembre de 2013.

La movilidad en cualquier ciudad es un asunto complicado ya que se deben balancear muchos intereses, a veces contrapuestos. Pero antes de emitir una opinión deberíamos pensar: ¿queremos una ciudad pensada para los autos, que se satura de ellos en calles y avenidas? ¿o una ciudad amigable para la gente, donde el transporte público sea eficiente y se respete al peatón?

Estamos convencidos de que la opción a seguir es la segunda, por más difícil que sea el camino. El uso individual del automóvil (en Rosario el promedio de ocupación es de 1,4 personas por auto) es un acto, cuanto menos, poco sensato. El auto requiere una alta inversión, genera muchos gastos mes a mes, es nocivo para el medio ambiente y la salud, y para que resulte accesible el Estado destina grandes sumas de dinero a subsidiar el combustible. A nivel mundial, cada año que pasa el petróleo se vuelve más caro porque es más escaso, de menor calidad y más difícil de extraer, y se debería priorizar su uso para actividades para las cuales no hay alternativa.

Además, el auto ocupa una enorme porción del espacio público para la cantidad de personas que transporta a comparación del colectivo o bicicleta. Un colectivo puede transportar 65 personas en la misma superficie que en auto se transportan cuatro (según el censo mencionado), por lo que resultan cruciales las medidas que favorecen a aquellos transportes que utilizan más eficientemente el espacio público. Un ejemplo de esto son los carriles exclusivos que, a pesar de la resistencia inicial recibida, mejoran notablemente los tiempos de viaje de los colectivos.

Para lograr una ciudad donde podamos convivir es imprescindible apostar a estrategias a largo plazo y que satisfagan las necesidades de una amplia franja de la población. Debemos tener en cuenta que, por más que la cantidad de personas y el parque automotor crezcan en número, la ciudad tiene un determinado tamaño: las calles no se pueden ensanchar. La única solución es proponer alternativas que cumplan con la necesidad de transportar un número creciente de ciudadanos de forma eficiente y respetuosa con el ambiente y los habitantes, y creemos que la clave está en mejorar e impulsar el uso del transporte público y la bicicleta.

La bicicleta es un modo de transporte legítimo para un gran número de rosarinos, por lo que deben compartir el espacio en las calles. Las ciclovías son una excelente herramienta para fomentar el uso de las mismas, ya que proveen seguridad tanto a ciclistas como a otros vehículos, evitando accidentes. La ciclovía de Pellegrini, particularmente, incrementó más de un 100 por ciento el uso de la bicicleta en la avenida (de 94 a 210 bicicletas por hora en horario pico), bajó un 33 por ciento la cantidad de accidentes de tránsito protagonizados por ciclistas y recibió una opinión ampliamente positiva por parte de los ciclistas.

Por otro lado, deberíamos analizar si los tan mencionados accidentes en Pellegrini (que sigue contando con dos carriles como antes) se deben a la reducción del ancho de los carriles por la ciclovía, o es resultado de los vehículos detenidos en doble fila, la falta de respeto de la distancia mínima de frenado y velocidad máxima o la frecuente falta de atención al volante. En este tipo de acciones, frecuentes en todos los modos de transporte, se destacan actitudes que privilegian el beneficio individual por sobre las colectivas. Para revertirlas debemos aumentar el control y aplicar multas de alto importe. Una medida que, por más cuestionamiento que presente, funcionó impecablemente con el uso del cinturón de seguridad.

La Municipalidad de Rosario, como toda gestión, tiene sus errores y aciertos, pero consideramos que esta medida está en el camino correcto y la ciclovía de Pellegrini merece seguir en su lugar y extenderse.

Vivimos en una sociedad en la cual el automóvil privado es sinónimo de status, comodidad, velocidad, y como tal destinamos la mayor parte del espacio público al mismo. La realidad, sin embargo, es que cada vez es más complicado movilizarnos de esa manera. Es necesario cambiar nuestra concepción del espacio público y la manera en la que lo utilizamos. Este cambio de percepción no resulta sencillo ni se logrará a corto plazo, pero debemos entender que es fundamental para lograr una ciudad más humana y a la vez organizada.

Plano Ciclista